No eran los más adinerados. Llegaban con lo puesto, escapando de una posguerra con memoria de hambrunas recientes.
En esa época, lo único que importaba era sobrevivir. Había que resolver lo básico: comer y abrigarse.
Mi abuela Elsa tenía una frase que repetía una y otra vez:
👉 "Vos tenés que guardar los ahorros hasta que saquen raíces."
De chico, nunca entendí bien qué significaba. Más tarde, cuando la inflación se comía cualquier billete guardado, me sonaba aún más absurda.
Pero con el tiempo, entendí el trasfondo.
Para ella, ahorrar no era una estrategia financiera. Era una necesidad de supervivencia. Si volvía la guerra, si venía otra hambruna, había que tener algo guardado.
Hoy en día, vivimos en una época diferente. Estamos bombardeados con promesas de rentabilidades extraordinarias, influencers mostrando cómo duplican su capital en meses, gente que habla de la Bolsa como si fuera un casino en el que siempre se gana.
Pero nadie te dice lo más importante:
💡 Antes de pensar en invertir, primero necesitás tener capital.
Y ese capital no aparece de la nada. Se construye con hábitos de ahorro, esos que parecen aburridos, esos que no se ven en los posteos virales, pero que son la base de cualquier inversor.
Es como en la facultad: no podés hacer un curso avanzado sin haber aprobado las materias básicas. El ahorro es la materia obligatoria antes de la inversión.
No importa si nunca ahorraste en tu vida. Podés empezar hoy con pasos simples:
✅ Destiná un porcentaje fijo de tus ingresos al ahorro, por más mínimo que sea.
✅ Separalo en una cuenta aparte para no tentarte a gastarlo.
✅ Fijate metas realistas: primero un mes, después tres, después seis.
Porque sin ahorro, nunca vas a invertir. Y sin inversión, te condenás a seguir cambiando tiempo por dinero para siempre.
Ahora te pregunto: ¿tenés el hábito de ahorrar o siempre postergás empezar? Te leo en los comentarios. 👇